Obra reciente, Gustavo Pérez. Bodega Galería Quetzalli

Obra reciente / Gustavo Pérez

Inauguración 19.10.2023
Los esperamos el 19 de octubre a las 19 hrs, en la exposición “Obra Reciente” de Gustavo Pérez celebrando la re inauguración de Bodega Quetzalli.

Gustavo Pérez: La construcción de una ciudad de barro.

Existen ciudades edificadas en nuestros sueños. Ciudades pobladas por las formas que proceden de nuestras manos. Al principio, antes de que la ciudad se edificara, hubo una rueda. Y antes de la rueda estuvieron la tierra, el polvo, y el agua. De la tierra y el agua nacieron hombres y ciudades, pero lo hemos olvidado, absortos en la rapidez.

Volvamos a la ciudad del sueño, la ciudad edificada por el alfarero, en la que hay un torno. Allí el alfarero deposita una esfera de barro, o un montículo de barro o un poco de barro amontonado. El barro nace de la mezcla del agua, de la tierra y del aire. A veces hay que apartar también a las minúsculas piedras impregnadas a la tierra…
Las manos del alfarero van abriendo una cavidad. A veces, un tajo. Se hace una ruptura, como un haz de luz, como una partidura para sentir el espacio. Recuerdo las piezas de Lucio Fontana, el ceramista y pintor italiano, que también partían a veces de esos tajos, de esos cortes necesarios para comprobar que estamos existiendo.

Una línea atraviesa el barro, lo parte, para ser la hendidura de la que nacen las formas.

Escribe Rebecca Solnit: “nuestra vida no debería cartografiarse con líneas, sino con ramas que se bifurcan una y otra vez”.

La ciudad construida por Gustavo Pérez, con sus piezas, es una eterna bifurcación. Surcos, hendiduras, ondulaciones y colores. A veces el negro atravesado por una línea blanca, otras veces el blanco por el que se asoman pasos que zigzaguean en un fino dorado. Hay linderos que no son vistos, pero están allí, insinuados para que nos asomemos.

¿Qué hay dentro de esas vasijas? Jean-Pierre Richard escribió “Es imposible llegar al fondo de un cofre”. Estas formas, construidas por el alfarero, contienen el aire, contienen la densa sensación del asombro ante la vida.

El barro es una materia dúctil, acuosa, maleable. Su plasticidad nos embelesa. Se puede hurgar en el barro, como en la carne de la que fuimos formados, se puede ir más adentro, explorar hasta el infinito. Después vendrá el fuego incitado por el alfarero que tendrá que esperar.

Edmund de Waal, el ceramista del blanco, habla de su obsesión por la porcelana, por la blancura de la porcelana. Nos dice: “Hay otras cosas blancas en el mundo, pero lo que ocupa el primer lugar, para mí, es la porcelana”. En el trabajo de Gustavo Pérez, el centro es el barro, la cerámica, la rueda del torno.

Obra reciente, Gustavo Pérez
Reinuguración Bodega Galería Quetzalli

En estas piezas agrupadas en conjunto, como edificios extravagantes y bellos, existen colores, degradaciones, espinas, líneas, matices, pequeños dientes, espacios que contienen el misterio.

Al mirar las cerámicas de Gustavo Pérez hay palabras que resuenan: confeccionar, custodiar, cavidad, solar, bruñir, sostener.

Hay ciudades que solamente existen en el recuerdo de nuestros sueños. “La memoria es redundante, repite los signos para que la ciudad empiece a existir”, escribió Italo Calvino, en su hermosa novela “Las ciudades invisibles”.

Al mirar estas piezas que proceden de la memoria de Gustavo Pérez me pregunto si el maestro alfarero, constructor de ciudades, no configuró también una de esas ciudades inolvidables: Una ciudad invisible hecha de formas que nos revelan nuestros deseos.

Karina Sosa Castañeda