En mi producción más reciente hay una vuelta, una recuperación, un reencuentro con la técnica más característica de mi obra, el tipo de piezas que me abrieron tantas puertas en el medio internacional de la cerámica hace ya casi treinta años. Piezas en las que la forma es un soporte muy clásico, simples vasijas cilíndricas torneadas. Lo que las caracteriza es el tratamiento de la superficie, con diseños grabados con una navaja, incisiones y cortes apoyados en una geometría personal.
El resultado es esta nueva serie, que tras muchos años de investigación en varias direcciones radicalmente diferentes, constituye al mismo tiempo una reafirmación de mi lenguaje con el barro y también quizás una síntesis de todo lo desarrollado a lo largo de mis casi cincuenta años de ceramista.