Mi encuentro con el barro.
Nací en la ciudad de México en 1950, en el barrio de Santa María la Ribera. Después de los estudios básicos, la secundaria y la preparatoria, en los que todo me resultaba accesible e interesante (exceptuando el dibujo y el modelado, para los cuales, por cierto, no tenía ninguna facilidad), hice varios intentos de estudios en la UNAM; un año y medio de ingeniería, uno de matemáticas, casi dos de filosofía. Pero nada de esto era lo que necesitaba encontrar, y recuerdo muy bien esa etapa de grandes dudas, incertidumbre y preocupación por la enorme dificultad para comprometerme con una carrera.
Fue por eso tan importante la certeza absoluta que representó mi encuentro con el barro: eso era lo que quería y necesitaba, el contacto con un material que se toca, que se trabaja con las manos. Certeza a pesar de la evidencia de que según mis antecedentes escolares, para eso justamente no parecía tener ningún talento. Y sé que de esa gran dificultad para adquirir la técnica se deriva mi atención al oficio, la idea de que a partir del trabajo persistente, de las ganas de hacer algo, es posible aprender lo necesario para hacer un trabajo creativo. Porque eso es lo que sin saberlo quería hacer yo: la cerámica como arte.
Este inicio del aprendizaje fue en la Escuela de Diseño y Artesanías de la Ciudadela, de 1972 a 1974. Adquirí ahí los rudimentos del oficio. Luego seguí aprendiendo y trabajando, primero en Querétaro donde tuve mi primer horno, luego en Holanda, con una beca de tres años para la Saint Joost Akademie en Breda. Y al regreso de Holanda, en los alrededores de Coatepec, Veracruz, lugar que también fue de certeza. Igual que con la cerámica, al conocerlo supe que aquí quería vivir.
Muchos viajes, muchos encuentros, muchas exposiciones en el mundo, invitaciones a dar cursos y conferencias, la experiencia de pertenecer a la Academia Internacional de la Cerámica (desde 1994), y la suerte de poder trabajar en Japón, Hungría, España, y sobre todo en Francia, pero ya siempre teniendo mi base en el taller de Zoncuantla, en el cual trabajo desde 1992.