Recuerdo muy bien la calurosa tarde de julio de 2006 cuando René Jacques Mayer vino a verme al Marché des Potiers de la Place Saint Sulpice en París y su invitación a visitar la Manufactura de Sèvres para discutir la posibilidad de elaborar juntos un proyecto de trabajo ahí, una residencia de artista.
…Sí, yo ya sabía que la porcelana es difícil. Pero en Sèvres he llegado a confirmarlo del todo. Pienso ahora que en realidad nada es fácil con ella, material extremo, de gran belleza, pero complejo y delicadísimo. Se entiende bien que haya sido apreciado y atesorado por tantos reyes y sus amantes, tan caprichosos como la misma porcelana…
Debo reconocer que en el esfuerzo para encontrar solución a todas las exigencias técnicas que mi proyecto planteó al personal de cada taller (porque también en el calibraje y el vaciado se presentaron varios problemas interesantes) , la voluntad y la imaginación de los técnicos responsables fueron invariables: todo fue resuelto a mi total satisfacción.